sábado, 11 de julio de 2009

EL CUENTO DEL MOLINERO ARGENTINO


Siempre me gusta empezar mi curso de “Derechos Humanos y Ciudadanía”, que dicto a jóvenes de dieciseis años, con un viejo cuento alemán. Una historia verídica que tiene como protagonista a ese exponente del despotismo ilustrado del siglo XVIII, que fue Federico II de Prusia. El emperador Federico tenía un palacio en las afueras de Berlín donde gustaba descansar. Era un lugar rodeado de hermosos jardines y bosques, que invitaban a gozar de una profunda tranquilidad. Pero, al lado del palacio, había un viejo molino harinero. Cada vez que soplaba el viento , las aspas comenzaban a girar moliendo el grano que se transformaría en fina y blanca harina. Ese ruido insoportable perjudicaba el descanso del gobernante.


Finalmente Federico se acercó al molinero y , conciente de que uno de los dos debía retirarse del lugar, le ofreció comprar el molino. El rústico campesino alemán le dijo que no era posible, ya que no estaba en venta.El emperador insistió y ofreció muy jugosas sumas, las que el humilde molinero rechazó una y otra vez, alegando que el molino había sido de su padre y quería dejárselo a su hijo. Ese hombre de la tierra amaba su tradición, su familia, su trabajo, su Patria. Era insobornable. Federico ya no actuó con la misma paz sino que reaccionó con soberbia expresándole al molinero que mandaría a traer peritos que tasaran el molino, se lo pagaría de acuerdo al precio que ellos estimaban y lo arrancaría del lugar.


El molinero se sonrió y le expresó : “Eso podría hacerlo usted si no hubiera jueces en Berlín”. Ante esta respuesta Federico cambió su enojo por satisfacción. Ese hombre del ámbito rural confiaba en que los jueces no permitirían dicho atropello. También confiaba en que el emperador acataría la decisión judicial. En definitiva, confiaba en las instituciones de su país.


La Argentina comenzó en 1983 un proceso de restauración democrática, de puesta en marcha de sus instituciones. Dicha tarea le tocó a la gestión del Dr. Alfonsín quien tuvo éxito en la misma, más allá de los reveses de la economía. En los años noventa, ya alejado el peligro de la insurrección militar y de la hiperinflación, el presidente Menem desarrolló una política de concentración del poder en el Ejecutivo, lo cual significó un retroceso en la calidad democrática, más allá de que fue absolutamente respetuoso de la libertad de expresión. Al deterioro de la calidad institucional se sumó la exclusión social como fruto de muchas de las políticas implementadas. Dicha tendencia hegemónica se repitió en la primera década del siglo XXI, que estamos viviendo. El deterioro de las instituciones, la falta de funcionamiento adecuado del parlamento, las Cortes supremas adictas, las delegaciones de atribuciones legislativas y superpoderes, la inseguridad jurídica en todos sus aspectos, el debilitamiento y desprestigio de los partidos políticos, son parte de un grave y complejo círculo vicioso que es necesario revertir.


La Democracia tuvo en un cuarto de siglo logros maravillosos, temas pendientes y retrocesos en temas encaminados. Como plantea ese brillante pensador llamado Osvaldo Iazzetta: “Nuestros principales retos son sociales e institucionales: cómo compatibilizamos la vigencia de la democracia con un modelo social incluyente y cómo extendemos la democratización más allá del régimen político y del momento electoral”.


Los problemas de la Democracia se solucionan con más Democracia, en donde existan autoridad y reglas claras. Es importante que el ciudadano argentino “se plante” y exija el respeto de la ley (y que también la respete, claro). Será maravilloso ver , y estará mostrando la existencia de una nueva y gloriosa nación, el día que ese ciudadano confíe, cual el más rústico molinero alemán, en las instituciones de su país.


HUGO TURRINI
abogado (UBA)-docente
Columnista en: Mirador Nacional, Diario Política, Conexión 13, Política y Desarrollo, Diario 7

viernes, 10 de julio de 2009

LIBERTAD DE CULTO Y LIBERTAD RELIGIOSA


Mucho se ha hablado de las diferencias entre la libertad reli-
giosa y la libertad de culto. Generalmente defendemos la li-
bertad de culto o sea el derecho al culto como el conjunto
de prácticas que realiza una entidad religiosa o los fieles pa-
ra manifestar su adoración a aquello que se considere divi-
nidad o asociado a la divinidad, incluyendo ceremonias, ora-
ciones, y prácticas bíblicas.
Pero la libertad religiosa no es sólo un derecho de las perso-
nas físicas o de las entidades religiosas sino también de la
familia, de los grupos religiosos y de las Iglesias. Por eso de-
seamos fomentar el derecho humano a la libertad religiosa
que incluye la libertad de culto y abarca además la libertad
de asociación, libertad de enseñanza, libertad de expresión,
libertad de vivir de acuerdo a la creencia religiosa de la per-
sona tanto en privado como en público, libertad para el uso
y titularidad de los medios de comunicación y otros derechos
siendo el único límite al derecho humano a la libertad religio-
sa el respeto al derecho de terceros.
Proponemos respetar el sujeto primario del derecho humano
a la libertad religiosa, que no son las Iglesias ni los ministros
de culto, sino todos los seres humanos!
Proponemos trabajar con valor por el reconocimiento pleno
de a libertad religiosa para vivir de acuerdo a nuestras con-
vicciones.
Proponemos reivindicar que el único derecho que como se-
res humanos no podemos perder es la libertad para vivir,
para asociarnos y para educar a nuestros hijos de acuerdo
a nuestra fe.
Proponemos declarar que el derecho a la libertad religiosa
no solo protege el derecho de los creyentes sino también
el derecho de los no creyentes a vivir de acuerdo a sus
convicciones de conciencia en materia religiosa.

Siempre hemos dicho que los Proyectos que surgieron desde
1993 son proyectos amplios de libertad religiosa tanto el pro-
yecto Centeno de 1994 como el Proyecto Padilla de 2.000 y el
Proyecto elaborado por el CALIR de 2003.

Actualmente el Proyecto Oliveri es un Proyecto que se ocupa preferentemente de la libertad de cultos y en especial al otorgamiento de la personería religiosa de las Iglesias y comunidades religiosas como tales y su inscripción por ante un Registro de Organizaciones Religiosas.
Empero no es un proyecto de libertad religiosa en el sentido amplio anteriormente explicado.

Qisiéramos insistir en la necesidad de hacer una ley de liber-
tad religiosa amplia, abarcativa de todos los temas relaciona-
dos al culto, porque sostenemos que a partir de la reforma
de 1994 los tratados vinculados al tema de la libertad religiosa
que antes eran ley común, adquirieron jerarquía constitucional, quedando por encima de la ley común.
Por eso sostenemos que allí – en 1994 - nace la obligación del Congreso de adecuar la legislación interna a lo acordado en esos tratados. Y esa adecuación debe tener en cuenta la ley 24.309 de decla ración de la necesidad de reforma de la Constitución , que, en su artículo 7º establece que la Convención Constituyente no podrá introducir modificación alguna a las declaraciones, derechos y garantías contenidos en el Capítulo único de la primera parte de la Constitución Nacional.
Por dicha razón la normativa de aquellos tratados incorporados por la reforma a la Constitución no puede, en ninguna circunstancia, dejar de estar sometida a la observancia estricta de las declaraciones, los derechos y las garantías citadas.
Queda pues aclarado que dicha reforma constitucional de 1994 no establece la primacía de las normas internacionales sobre las garantías constitucionales. El inciso 22 del Art. 75, por el contrario, establece respecto de aquellas normas internacionales - Convenciones de Derechos Humanos - que "en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarias de los derechos y garantías por ella reconocidos".

FUENTE: FLASH INFORMATIVO "ARGENTINA EVANGÉLICA".

DIRECTOR: DR. RICARDO DOCAMPO

lunes, 6 de julio de 2009

EL ESTADO QUE QUEREMOS


Hoy quiero recordar algunos conceptos medulares de un gran teórico. Se trata del sociólogo Max Weber. Para Weber el Estado es la institución que ejerce el monopolio de la fuerza legítima, en aras de la paz, la seguridad de los habitantes. También habla de los tipos de dominación legítima (la que invoca una justificación para demandar obediencia a sus seguidores) y considera que a lo largo de la historia se dieron tres modelos teóricos, combinados y no puros.
Habla de una “dominación tradicional” que proviene de tiempos inmemoriales, fundada en poderes señoriales y transmitida a través de la sangre. El segundo modelo es la “dominación carismática” : el pueblo obedece por sus características personales, sus dones especiales, con una buena dosis de devoción, a ese líder que le dio algo especial. La historia nos muestra ejemplos como el de Alejandro Magno o Napoleón, que son guerreros victoriosos. Finalmente el tercer tipo de dominación es el “burocrático-legal”: la importancia no radica en una o varias personas sino en un conjunto de normas o estatuto, por lo general hablamos de Constitución Nacional. El líder pasa a ser un funcionario elegido de acuerdo a ese estatuto y que además debe gobernar cumpliendo sus reglas. Esa obediencia lo alcanza como a cualquier ciudadano común.
Este último modelo es el actual, que por supuesto tiene elementos del segundo ya que quien llega a los máximos cargos gubernamentales tiene , seguramente no ya la valentía de un guerrero de la antigüedad, cualidades que lo destacan del resto de los postulantes. Una mayor inteligencia, una oratoria brillante que atrapa a las masas, una vida ética en lo personal.
Si vamos a las antípodas del pensamiento de Weber y de muchos doctrinarios del Estado nos encontraremos con Karl Marx. Para Marx , el Estado es el instrumento que defiende a las clases dominantes garantizando la explotación de los más débiles. No es el instrumento que iguala en oportunidades sino el que asegura la desigualdad. Así existen otras herramientas utilizadas con dicho fin: la educación no tiene la meta de la superación y el ascenso social, sino termina siendo la garantía de la reproducción social injusta.
Termino llegando a la conclusión de que el Estado es lo que todos queremos que sea. Si participamos, controlamos, exigimos el cumplimiento de la ley (además de ser sus primeros cumplidores) y no le permitimos a los gobernantes de turno pisotear las normas y nuestros derechos, tendremos ese Estado que lleva a la paz social, que utiliza la fuerza en forma legítima para dirimir los conflictos, que coadyuva al logro de la igualdad de oportunidades y la inclusión social. Si como ciudadanos descendemos a meros habitantes que delegamos todo en el poderoso de turno, tendremos el Estado garante de las diferencias parecido al que veía Marx o el Estado monárquico absolutista que actúa con un poder discrecional, inconmensurable .
Las elecciones son fundamentales en una Democracia, pero lo que pase desde esta elección hasta la próxima será clave. Hay que aceitar las formas de participación y ser imaginativos encontrando nuevas. Pero en principio debemos defender la calidad institucional y la división de poderes tradicional, seriamente dañada en este tiempo como en la década infame de los noventa.
HUGO TURRINI
Abogado (UBA) y Docente.
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