por Luis Guillermo Daglio -abogado y pastor-
1. NUESTRA EXPERIENCIA PERSONAL
1. NUESTRA EXPERIENCIA PERSONAL
Cuando mi esposa y yo nos casamos, como casi todos los matrimonios, soñábamos con tener un hogar con hijos. Sin embargo, luego de cinco años de casados, todavía no habíamos podido concretar ese anhelo. ¿Qué estaba pasando? Simplemente que, por problemas de fertilidad, no podíamos procrear. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente entre el 8 y el 10 % de las parejas padece algún problema de infertilidad lo que significa que, a escala mundial, la infertilidad involucra de 50 a 80 millones de personas.Tuvimos que esperar más de dos años para que nos dieran nuestra primera hija, una hermosa niña de dos años y medio, de rulos y ojos marrones. Su llegada produjo una verdadera conmoción. ¡Imagínese, un matrimonio acostumbrado a estar solo que de pronto se ve cuidando a un niño totalmente desconocido! La buena experiencia inicial nos animó a intentar una segunda vez. Fue así como nos inscribimos nuevamente y volvimos a esperar. Esta vez se trataba de una pequeña de tez muy blanca y tierna que vino como regalo de Navidad. Ahora formamos una familia común y corriente y a cualquiera que nos ve ni se le ocurre pensar que entre nosotros no hay lazos de sangre.
2. ASPECTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS
Seguramente en nuestras iglesias todos habremos escuchado a alguien decirle a una pareja que tiene dificultades para tener hijos: -Ya van a tener su propio hijo, porque para Dios no hay nada imposible. La frase, tan bienintencionada como equivocada, revela la creencia errónea de que sólo los hijos de la panza son verdaderos hijos y que Dios está obligado a hacer el milagro con el matrimonio que tiene problemas para fecundar. Es verdad que en la Biblia se relatan varios casos en que fue así, como los de Abraham, Isaac y Jacob, Ana la madre de Samuel, la sunamita por la que oró Eliseo, etc. Sin embargo, quizás muchos se sorprendan de que así como en la Biblia se relatan concepciones milagrosas, también se registran casos de adopciones. En efecto, la adopción era una institución bien conocida ya en el Antiguo Testamento pues se cree que fue la figura legal por medio de la cual Eliezer heredaría a Abraham (Gn 15:3). Además, tenemos los casos de Moisés que fue adoptado por la hija de faraón (Ex. 2:10 VP, Hch. 7:21) y de Ester que fue adoptada por Mardoqueo (Est. 2:7).Hasta el Señor Jesucristo fue hijo adoptivo. Efectivamente, Jesús nació del vientre de María, por lo tanto, era hijo biológico de esta, pero no había sido engendrado por la intervención de José sino, como todos sabemos, del Espíritu Santo. Así que la acción de José de tomar a Jesús como su hijo fue un caso de adopción simple. La Biblia nos dice que nuestro Salvador era tenido como “hijo del carpintero” (Mt. 13:55).También nos enseña que Dios nos adoptó como hijos suyos cuando estabamos perdidos a causa de nuestros pecados. La Biblia declara que no somos hijos de Dios por naturaleza, sino que lo somos por adopción. Efesios 1:5 dice: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (ver también Ro. 8:15 y Gá. 4:5).
3. ASPECTO LEGAL
3. ASPECTO LEGAL
La adopción es una figura legal muy conocida desde la antigüedad. Ya la conocían los romanos y otros pueblos de cultura avanzada. En la Argentina está regulada por la ley 24.779, sancionada en 1997, e incorporada al texto del Código Civil. Allí se establecen los requisitos para adoptar, los diferentes tipos de adopción (“plena”, que equipara al hijo adoptivo con el hijo biológico y “simple”, ya explicada más arriba), los casos en que la adopción es nula, cómo se la inscribe en el Registro Civil y otras disposiciones anexas. Si una pareja quiere adoptar, será bueno que se inscriba en un juzgado de menores o en el Consejo Nacional del Menor y la Familia y comience a orar para se haga la voluntad del Señor. Fuera de los canales oficiales, un matrimonio puede ser víctima de gran cantidad de abusos y engaños (“compra” de un bebé). Es mejor esperar todo lo que sea necesario para que cuando venga el niño o la niña sea aquel que Dios dispuso en su soberana voluntad.
4. ASPECTO PSICOLÓGICO
Se dicen muchas cosas sobre los hijos adoptivos: que no se adaptan, que no se los siente como verdaderos hijos, que tienen problemas en la escuela, que se nota que son adoptivos, que ser adoptado es degradante, que los hijos adoptivos son agresivos, etc. Es cierto que el niño adoptivo puede ser más vulnerable y que la situación de abandono puede haberlo marcado fuertemente. Pero según nuestra doble experiencia como padres adoptantes y como abogado, creemos que aquellos son sólo mitos. Es que, digámoslo con todas las letras, los hijos son hijos y nada más. El hecho de que sean de la panza o del corazón será una diferencia más de otras tantas. Su crianza no tiene por qué diferenciarse de la de un chiquillo común y corriente, ya que justamente hacer una diferencia en razón de que es adoptivo es lo que lo perjudicará. Él debe sentir que todo es tan normal como la vida misma.Un principio fundamental en materia de adopción es que el niño SIEMPRE debe saber que es adoptivo, ya que esto hará que su personalidad se vaya construyendo sobre una base segura y real, lo cual es muy importante para aquellos que somos cristianos. Hemos sabido de casos en que, por temor a que el niño supiera la realidad y reaccionara despreciando a sus padres adoptivos, se le ha ocultado la verdad. Luego ese niño, al llegar a la adolescencia o a la edad adulta y descubrir la verdad de su origen, siente una desagradable decepción. No se puede criar a un niño sobre la base de una mentira porque tarde o temprano lo percibirá.En cuanto a cómo y cuándo los padres le contarán a su hijo la historia de su vida siempre hay que contarle al niño en la misma proporción de lo que él pregunta y cuándo lo pregunta. Aprovechar una pregunta del niño acerca de qué pasó con él para decirle más de lo que él interrogó puede ser contraproducente, pues quizá en ese momento no esté preparado para recibir toda la verdad de golpe. Tampoco es bueno no satisfacer toda su inquietud si él expresa deseos de saber a través de una pregunta espontánea y sincera.
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Aceptemos la adopción como algo natural, bíblica y con fundamento teológico. Es legal y es la forma legítima de unir a padres e hijos para formar una familia, base de la sociedad y del desarrollo normal y equilibrado de la personalidad de todo ser humano. Los problemas que pueda presentar a veces no son más que mitos y son perfectamente solucionables. Y por último, si Ud. es cristiano, recuerde que Dios lo adoptó como su hijo.